lunes, 8 de junio de 2015

EL ARO ES VUESTRO CULO

"Eres un jodido necio, egoísta, engreído y misógino. Un semental en celo anhelando introducir tu falo enhiesto en mi vagina. Un ser primario que sólo piensa en bombear, bombear y bombear profieriendo en el ínterin monosílabos de orangután lascivo. Pero debes saber que los genitales de una mujer son como un parque de atracciones, teclas de un piano que tú aporreas sin sentimiento. Crees que el sexo consiste en encajar las piezas de un puzzle, y la misma palabra, sexo, suena fría, obscena y vacía en tus labios. En realidad, eres frágil, sufres y mitigas tu dolor follando. Te comportas cual parásito que chupa la energía de su huésped y me robas mi vitalidad con cada embestida". 
Decidí bajar allí, por primera vez. Me enseñó a jugar con el clítoris, si lo acariciabas se agrandaba y se ponía erecto, similar a lo que ocurre en el pene. Usaba la lengua o utlizaba la punta de mi falo con movimientos circulares y en espiral, arriba y abajo. Virtuosismo en el manejo del balón. El cuero giraba en el aire dibujando una parábola perfecta, las redes de las canastas gemían de placer orgásmico, su cuerpo arqueado entre convulsiones, el pianista tocaba una dulce melodía, sus dedos formando una T, la damisela yacía a su lado, no era el piano, era la melodía, libaba el néctar azucarado de su sexo con mi lengua- probóscide, labios trémulos de pasió exploraban tesoros ignotos. Lamí su estómago, mi lengua extasiada enviaba señales aferentes de placer al cerebro, me envolvió la calidez de su cuerpo, ascendí por turgentes montañas hasta su cima carmesí, dos bolas de fuego que abrasan, y la besé allí, una y otra vez, mordiqueando sus pezones, poseído por el espíritu del romanticismo. Pobré su anatomía voluptusa y me esforcé para hacer vibrar cada átomo de su cuerpo, pero soy un perdedor, y en el umbral del paroxismo amatorio me quedé bloqueado, vi la pelota sobrevolar el aro, o golpearlo y salir repelido yendo a parar a las manos de los otros. Perdí el partido, y la perdí a ella. Quería algo más, quería que pisase la zona, hacer cosas en pareja (no sólo sexo, anotar de dos), y yo, impenitente, porfíe en sumar de tres en tres, manteniendo cierta distancia protectora donde me hallaba cómodo, una relación desde el triple. No lo creyó así. la presión me derrotó. "El aro es vuestro culo". Miré al marcador, observé mi miembro fláccido, no pude culminar, no fuimos campeones, segundos, me excusé, me vestí, y me marche silbando, y la realidad revirtió a su tonalidad en blancos y negros, todo volvió a parecerme trivial e insignificante. No aprendí nada, únicamente que la nada lo engulle todo, como multiplicar por cero. Fatuo, mentecato y ególatra. 

Una descomunal mesa en la habitación, en el centro nueve pollos dorados bailan, danzan, retozan, cantan, juguetean inocentes, una fuente de patatas áureas hieren con su fulgor nuestras pupilas, percusión de cuchillos y tenedores, orgía homicida entre destellos plateados.

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