sábado, 4 de julio de 2015

FESTÍN DE CARROÑEROS

FESTÍN DE CARROÑEROS

Edificios sin rostro en
la pantalla de mi añejo celular,
paredes de cemento y
ladrillos
que guardan celosas un secreto arcano,
la mirada inánime de un cadáver,
larvas comedoras de
carne putrefacta,
sollozos en
la habitación umbría.

Algazara de niños en el parque de recreo
recuerdos de
la infancia
ahora el viento displicente mece
los columpios y
juega allí
solo
ulular compungido y
quejumbroso.

Pasillos de casas
infectados por
repugnantes cucarachas
crepitar de
exoesqueletos
reflejo nacarado de
su armazón opaco.

Sombras indelebles de árboles que
ya no están
se perfilan en el suelo ceniciento de
la ciudad inerte.
El caminante
insomne
vaga por sus calles apesadumbrado y
la hemoglobina
escruta
esas mismas calles desiertas de la ciudad
buscando oxígeno.
Esta noche el tiempo fluye
más despacio y
cada paso del
caminante
se solaza en la urbe deshabitada.
El gato indómito,
asustado,
se refugia en la bolsa marsupial de metal fulgente,
la gatita está
encinta y
protege a su prole,
instinto de supervivencia.
El caminante solitario se detiene
abruptamente y
se arrodilla y
llora y
se cubre el rostro con sus manos trémulas y
arroja su alma
dentro de un cubo de basura,
buitres nocturnos
caen del cielo
trazando
círculos concéntricos,

festín de carroñeros. 

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