martes, 24 de noviembre de 2015

UN TANGA QUE HUELE A SEMEN, UN ARIETE CON CABEZA DE CARNERO Y DE TRÍOS

Fetichista y ladrón de braguitas se colaba en el patio trasero de las casas de sus vecinas y se hacía con su ansiado trofeo.  No le valía todo y prefería las braguitas con lazos que pendían graciosamente sobre las caderas de las mujeres. Después de perpetrado el hurto, corría lujurioso a su hogar, se guarecía en el baño y sólo con las bragas puestas se masturbaba. Metía su mano siniestra por debajo de la prenda de lencería femenina y excitado por la suavidad de la braguita visualizaba el cuerpo desnudo de su dueña con los lazos de la braguita oscilando como ramas de sauce llorón mecidas por el viento primaveral del mes de abril sobre sus caderas, y masejeaba sus genitales furioso de placer. Se limpiaba el semen con la braguita, hacía un pelota de baloncesto con ella y la arrojaba al retrete.

Ya sólo les restaba asaltar y conquistar el castillo. Una fortaleza inexpugnable protegida por un portón de coraza indestructible. Hecho fosfatina el portón lo demás era pan comido. Llamaron al bicho que se situó frente al portón y dejó ver su ariete con cabeza de carnero descollando en su entrepierna. Embistió con el ariete hasta que los sucesivos embates acabaron por derribarlas defensas de la ciudad. Contraataque culminado en mate.

Mágico y Fantasía formaban un matrimonio malogrado por el tedio y la rutina. Creyeron que la solución para revertir la espiral de odio e insatisfacción en la que estaban inmersos era hacer un trío. Él quería dos chicas, ella hacerlo con dos tíos. Como no llegaron a un consenso y al desempeñar su labor profesional como ingenieros en el MIT, donde se conocieron, diseñaron un autómata hermafrodita con pechos y genitales masculinos. El problema surgió cuando al robot se le mezclaron los circuitos y sodomizó a Mágico que corrió desnudo por Massachusetts con el trasero rojo como la bandera de Japón. Por suerte, el matrimonio recuperó la pasión de los primeros días.


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