jueves, 11 de febrero de 2016

CAfÉ CAPpUCcINO


Le pregunté a mis amigos si empapaban la esponja de baño para su aseo corporal antes o después de echar el gel sobre su superficie. Todos ellos respondieron que, obviamente, después, ¡qué tontería de pregunta!, sin olvidar, a continuación, tildar mi interés de frivolidad o extravagancia, o duda trivial y baladí. Sin embargo, únicamente yo fui capaz de colegir de aquéllo, que parecía un asunto intrascendente, una sugerente reflexión: si todos sin excepción ante la misma situación exhibimos el mismo comportamiento, ¿no debe subyacer bajo esa homogeneidad conductual una causa no explicada por ser desconocida y no estudiada al calificar su análisis de insignificante? Después de bañarte, ¿te calzas en primer lugar los calcetines o empiezas vistiéndote por los calzoncillos o braguitas?
Mi esponja, a colación del efímero debate surgido más arriba, es una reproducción del planeta Saturno y a diferencia del resto de esponjas del mundo, la mía llega allí donde las demás no lo hacen, porque mi esponja- Saturno, merced a sus anillos concéntricos, alcanza lugares recónditos de mi anatomía inaccesibles para las demás esponjas.
Le pongo el capuchón al bolígrafo con el que escribo el borrador de ésta historia y, a continuación, me rascó los ojos con ímpetu ya que me pican y los tengo irritados porque antes mientras me duchaba ha caído gel sobre ellos.
El café cappuccino de mi amigo tenía una montaña de nata flotante. Un dulce de barquillo cilíndrico horadaba su cuerpo esponjoso blanco como la nieve. Polvos de canela coronaban la cima. El barquillo emite una tenue luz azulada. Resulta ser un agujero de gusano que en ese momento acaba de abrir un portal interdimensional que conecta nuestro universo con un universo paralelo donde el café cappuccino es blanco como la nieve de este universo no de este otro, del cuál desconozco la naturaleza y las cualidades de su nieve, la nata tiene el color de la cáscara de la castaña y forma una montaña flotante, un dulce de barquillo cilíndrico horada su cuerpo esponjoso, es el extremo opuesto de nuestro agujero de gusano, un agujero negro, con vida, menudo descubrimiento, este año recibo el premio Nobel de Física. Polvos níveos de canela coronan la cima de la montaña de nata.
A las personas, alienígenas, lo que sea que allí vive y habita en ese otro universo, les dirijo la misma pregunta que a mis amigos. Ellos humedecen primero la esponja y posteriormente esparcen el gel sobre su superficie.
Os habréis dado cuenta de que empleo confusamente los tiempos verbales.   Es una consecuencia de los viajes interdimensionales.
         La existencia de universos paralelos en un multiverso burbujeante confinado en una botella verde de sprite hace de nuestro universo un hogar trivial y responde la duda planteada al inicio de este relato: en multitud de universos, todas las posibilidades son plausibles.

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