Le pregunté a mis amigos si empapaban
la esponja de baño para su aseo corporal antes o después de echar el gel sobre
su superficie. Todos ellos respondieron que, obviamente, después, ¡qué tontería
de pregunta!, sin olvidar, a continuación, tildar mi interés de frivolidad o
extravagancia, o duda trivial y baladí. Sin embargo, únicamente yo fui capaz de
colegir de aquéllo, que parecía un asunto intrascendente, una sugerente
reflexión: si todos sin excepción ante la misma situación exhibimos el mismo
comportamiento, ¿no debe subyacer bajo esa homogeneidad conductual una causa no
explicada por ser desconocida y no estudiada al calificar su análisis de
insignificante? Después de bañarte, ¿te calzas en primer lugar los calcetines o
empiezas vistiéndote por los calzoncillos o braguitas?
Mi esponja, a colación del efímero
debate surgido más arriba, es una reproducción del planeta Saturno y a
diferencia del resto de esponjas del mundo, la mía llega allí donde las demás
no lo hacen, porque mi esponja- Saturno, merced a sus anillos concéntricos,
alcanza lugares recónditos de mi anatomía inaccesibles para las demás esponjas.
Le pongo el capuchón al bolígrafo con
el que escribo el borrador de ésta historia y, a continuación, me rascó los
ojos con ímpetu ya que me pican y los tengo irritados porque antes mientras me
duchaba ha caído gel sobre ellos.
El café cappuccino de mi amigo tenía
una montaña de nata flotante. Un dulce de barquillo cilíndrico horadaba su cuerpo
esponjoso blanco como la nieve. Polvos de canela coronaban la cima. El
barquillo emite una tenue luz azulada. Resulta ser un agujero de gusano que en
ese momento acaba de abrir un portal interdimensional que conecta nuestro
universo con un universo paralelo donde el café cappuccino es blanco como la
nieve de este universo no de este otro, del cuál desconozco la naturaleza y las
cualidades de su nieve, la nata tiene el color de la cáscara de la castaña y
forma una montaña flotante, un dulce de barquillo cilíndrico horada su cuerpo esponjoso,
es el extremo opuesto de nuestro agujero de gusano, un agujero negro, con vida,
menudo descubrimiento, este año recibo el premio Nobel de Física. Polvos níveos
de canela coronan la cima de la montaña de nata.
A las personas, alienígenas, lo que sea
que allí vive y habita en ese otro universo, les dirijo la misma pregunta que a
mis amigos. Ellos humedecen primero la esponja y posteriormente esparcen el gel
sobre su superficie.
Os habréis dado cuenta de que empleo
confusamente los tiempos verbales. Es una consecuencia de los viajes
interdimensionales.
La existencia de universos
paralelos en un multiverso burbujeante confinado en una botella verde de sprite
hace de nuestro universo un hogar trivial y responde la duda planteada al inicio
de este relato: en multitud de universos, todas las posibilidades son
plausibles.
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